El siguiente es el reportaje ganador, muchas felicidades a Edith Loez y gracias a todos por participar.
“En México los muertos viven”
Acayucan, Ver. Acayucan es una pequeña ciudad al sur de Veracruz y como en todo México el 1 de Noviembre trae un soplo de nostalgia y de recuerdos de la gente que hoy ya no esta con nosotros, y sin embargo seguimos festejando año con año en este día.
Miguel Alemán Valdez, que es el panteón de la región se encuentra lleno desde la mañana de las numerosas familias que han venido como dicta la costumbre, a rezar a sus muertos y ofrecer alguna ofrenda, se escuchan varias oraciones de ocasión y una que otra canción de triste tonada, flores nuevas han sustituido a las ya marchitas desde algún tiempo y cientos de veladores realzan la vista del lugar. El ambiente es tranquilo casi pacifico y sin embargo la sensación de que nuestros seres queridos están con nosotros es inevitable, y ha sido así desde que nuestros antepasados han practicado este ritual, al cerrar los ojos puedes imaginar gente paseando por el lugar saludando a sus familias contemplándolo todo con aspecto sorprendido y por que no comiendo un poco de lo que han venido a ofrecerles. Esta es una de las tradiciones mexicanas mas antiguas que se conservan hasta hoy en día y es tan reconocida que incluso gente de otros países viene a contemplar con asombro como es que en México nuestros muertos siguen con nosotros, miran curiosos las ofrendas llenas de deliciosos platillos típicos, calaveritas, pan de muerto, flores y objetos queridos del difunto y se preguntan si estas amanecerán al día siguiente. Nosotros sabemos que nuestros seres queridos disfrutaran lo ofrecido sin importar que esto no desaparezca.
El resplandor de las veladoras va aumentando conforme va cayendo la tarde y el número de familias es cada vez más numeroso, pero ya no es rezar o visitar a sus familiares lo que les interesa. Afuera del panteón se ha colocado como cada año la feria que se encarga de alegrar estos días, sin embargo ya no es como antes. Al dar un paseo por ella me doy cuenta de que los antes inocentes juegos han sido cambiados por innumerables puestos de bebidas alcohólicas, ya no son niños los que se divierten en esta feria, las tristes canciones ahora son ritmos locales cantados por un grupo de la región en la entrada del cementerio y adentro de este vagan jóvenes que se dedican a molestar a quien todavía sigue rezando. Casi no se puede caminar por la multitud que ha venido a disfrutar de los juegos de azar, comidas y bebidas que aquí son vendidas.
“Es triste ver en lo que esto se ha convertido”, nos cuenta un habitante “antes las personas venían a pasar la noche en el panteón trayendo consigo a sus familias, para disfrutar una vez mas la compañía de aquel que ya no esta con ellos, pero ahora la gente solo viene a divertirse ya los muertitos casi no le importan a nadie.” Y es verdad ¿Dónde han quedado nuestras tradiciones? O más bien ¿Dónde han quedado los mexicanos que respetaban las tradiciones? Y es que ahora al cerrar los ojos no encuentras nada agradable, lo que fue un momento pacifico a pasado a ser un secándolo conformado de cuetes, música, y gente que trata de hacerse escuchar entre el bullicio por quienes lo acompañan.
Vuelvo a entrar al panteón con la esperanza de encontrar algo que me recuerde como era de día y miro con orgullo a las pocas familias que quedan dentro, observo una en particular que ha llamado mi atención todos los hombres de al familia portan la camiseta de las “chivas” que es el equipo familiar y todos juntos comparten la cena compuesta de ricos tamales y atole, han traído también una guitarra y cantan con ella canciones “que le gustaban a su ser querido”, me han dejado platicar con ellos un momento y al ver mi cámara me han pedido que les tome una foto “para que recuerde que hay gente que todavía celebra sus muertos.” “hay que dejar que sean ellos los que disfruten este día, no nosotros que hoy solo nos dedicamos con nuestra compañía y altares a que ellos se sientan como en casa otra vez”. Yo espero al igual que ellos que los mexicanos recordemos el verdadero sentido de nuestras tradiciones y no nos dejemos llevar por diversiones que nada tiene que ver con la celebración de este ritual y que de verdad dejemos que sena nuestros muertos quienes disfruten de este día.
Acayucan, Ver. Acayucan es una pequeña ciudad al sur de Veracruz y como en todo México el 1 de Noviembre trae un soplo de nostalgia y de recuerdos de la gente que hoy ya no esta con nosotros, y sin embargo seguimos festejando año con año en este día.
Miguel Alemán Valdez, que es el panteón de la región se encuentra lleno desde la mañana de las numerosas familias que han venido como dicta la costumbre, a rezar a sus muertos y ofrecer alguna ofrenda, se escuchan varias oraciones de ocasión y una que otra canción de triste tonada, flores nuevas han sustituido a las ya marchitas desde algún tiempo y cientos de veladores realzan la vista del lugar. El ambiente es tranquilo casi pacifico y sin embargo la sensación de que nuestros seres queridos están con nosotros es inevitable, y ha sido así desde que nuestros antepasados han practicado este ritual, al cerrar los ojos puedes imaginar gente paseando por el lugar saludando a sus familias contemplándolo todo con aspecto sorprendido y por que no comiendo un poco de lo que han venido a ofrecerles. Esta es una de las tradiciones mexicanas mas antiguas que se conservan hasta hoy en día y es tan reconocida que incluso gente de otros países viene a contemplar con asombro como es que en México nuestros muertos siguen con nosotros, miran curiosos las ofrendas llenas de deliciosos platillos típicos, calaveritas, pan de muerto, flores y objetos queridos del difunto y se preguntan si estas amanecerán al día siguiente. Nosotros sabemos que nuestros seres queridos disfrutaran lo ofrecido sin importar que esto no desaparezca.
El resplandor de las veladoras va aumentando conforme va cayendo la tarde y el número de familias es cada vez más numeroso, pero ya no es rezar o visitar a sus familiares lo que les interesa. Afuera del panteón se ha colocado como cada año la feria que se encarga de alegrar estos días, sin embargo ya no es como antes. Al dar un paseo por ella me doy cuenta de que los antes inocentes juegos han sido cambiados por innumerables puestos de bebidas alcohólicas, ya no son niños los que se divierten en esta feria, las tristes canciones ahora son ritmos locales cantados por un grupo de la región en la entrada del cementerio y adentro de este vagan jóvenes que se dedican a molestar a quien todavía sigue rezando. Casi no se puede caminar por la multitud que ha venido a disfrutar de los juegos de azar, comidas y bebidas que aquí son vendidas.
“Es triste ver en lo que esto se ha convertido”, nos cuenta un habitante “antes las personas venían a pasar la noche en el panteón trayendo consigo a sus familias, para disfrutar una vez mas la compañía de aquel que ya no esta con ellos, pero ahora la gente solo viene a divertirse ya los muertitos casi no le importan a nadie.” Y es verdad ¿Dónde han quedado nuestras tradiciones? O más bien ¿Dónde han quedado los mexicanos que respetaban las tradiciones? Y es que ahora al cerrar los ojos no encuentras nada agradable, lo que fue un momento pacifico a pasado a ser un secándolo conformado de cuetes, música, y gente que trata de hacerse escuchar entre el bullicio por quienes lo acompañan.
Vuelvo a entrar al panteón con la esperanza de encontrar algo que me recuerde como era de día y miro con orgullo a las pocas familias que quedan dentro, observo una en particular que ha llamado mi atención todos los hombres de al familia portan la camiseta de las “chivas” que es el equipo familiar y todos juntos comparten la cena compuesta de ricos tamales y atole, han traído también una guitarra y cantan con ella canciones “que le gustaban a su ser querido”, me han dejado platicar con ellos un momento y al ver mi cámara me han pedido que les tome una foto “para que recuerde que hay gente que todavía celebra sus muertos.” “hay que dejar que sean ellos los que disfruten este día, no nosotros que hoy solo nos dedicamos con nuestra compañía y altares a que ellos se sientan como en casa otra vez”. Yo espero al igual que ellos que los mexicanos recordemos el verdadero sentido de nuestras tradiciones y no nos dejemos llevar por diversiones que nada tiene que ver con la celebración de este ritual y que de verdad dejemos que sena nuestros muertos quienes disfruten de este día.